2011-06-06

Seres y trabajadores

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Adaptado de: El hombre de la caja 7
Autor: Juan Jesús Priego.
Los seres no son nunca intercambiables; sí lo son, en cambio, los trabajadores.
En la oficina no soy nunca necesario; soy imprescindible únicamente en el amor, en la amistad y en el seguimiento de mi íntima vocación; sólo ahí nadie más puede usurpar mi puesto. Sólo en estos ámbitos soy único e irrepetible.
Si lo que hago en la oficina concuerda con la idea que tengo del amor, si fomenta la amistad, si me permite realizar mis anhelos más profundos, entonces la oficina es sacrosante. Pero si no, no vale la pena sacrificarle el amor, la amistad, ni la vocación.
¡Qué malos negociantes somos los hombres! Damos la vida, y lo único que recibimos a cambio de ella es una cantidad de dinero que nunca nos alcanza ¡Damos lo irrecuperable a cambio de unos cuantos billetes arrugados que tan pronto como llegan se van!
Conviene recordar esta verdad. Conviene recordarla para no equivocarnos y darle al César lo que es de Dios. La misión más noble que puede un hombre realizar es saber dónde es insustituible y dónde no, para que el César no reciba nunca más de lo que merece.
«Con cada hombre llega al mundo algo nuevo, algo primero y único -escribió el filósofo judío Martín Buber en El camino del hombre-, cada uno en Israel tiene la obligación de considerar que él es único en su género y que, en el mundo, nunca existíó un hombre idéntico a él. En efecto, si en el mundo ya hubiera existido un hombre idéntico a él no tendría motivo para que estuviera en la tierra»...
"No tuvo amigos". "No amó a nadie". "No tuvo nunca tiempo para las cosas verdaderas. Todo fue para él correr, agitarse y llegar tarde". Si va a ser esto lo que piensen de mí los dos o tres compañeros que asistan a mis funerales, habré vivido en vano.
Leído en: La Red. Semanario de la Arquidiócesis de San Luis Potosí. Año 3, no. 122. Pág. 13

2011-06-03

Africam Safari: Iniciando la aventura

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Avanzamos, medio confundidos, por la carretera a Valsequillo, Puebla; buscando el signo que dijera: "Africam Safari".

La última vez que habíamos estado ahí, sería en 1983 o algo así, así que perdidos andábamos; sin embargo, pronto divisamos la señal y nos encaminamos a la entrada. Unas cabañas nos dieron la bienvenida; y pase obligado al sanitario antes de emprender la aventura.



Algo curioso fue que nos preguntaran: "¿No trae nada en la caja, verdad?", íbamos en camioneta, y pues respondimos que no, que no traíamos nada. La pregunta se volvió a repetir al pagar la cuota de ingreso y nos quedamos con cara de "What?" pero respondimos igual. En realidad la palabra "nada" era relativa; porque traíamos unas cajas de cartón dobladas cubriendo el suelo de la caja; sin embargo, no entendíamos nada de nada, así que no supusimos que sería algo importante.

Grave error.

Después de recibir la guía o "bitácora de expedición" enfilamos hacia el camino marcado claramente por una rodada e ingresamos en la primera etapa



Una avestruz nos dio la bienvenida, muy modosa ella, toda cortesía:



Los lemures ni nos hicieron caso:



Y de pronto un paisaje me dejó boquiabierta; la escena era tan simple que tuve oportunidad de capturarla (las ventajas de hacer el safari en vehículo propio: te puedes detener tooodo lo que quieras... bueno, al menos hasta la hora de cierre XD):



También encontramos por ahí jirafas y ademases, en franco descanso y que ni nos pelaron; lo primero que pensé es que era lindo verlas sin molestas rejas de por medio: definitivamente ellas y yo estábamos más felices así.



Continuamos avanzando, siguiendo la rodada y comprendimos, más rápido que inmediatamente porqué nos habían insistido con el "nada" en la caja: tan pronto avistaron la camioneta unos changos bandidos nos emboscaron, se treparon por sobre el cofre, y en la caja, brincando como locos y se apoderaron a toda velocidad de cuanto vieron. No dejaron ni un pedazo. Mi papá sólo alcanzó a gritar "¡Mi garrafa!" (que traía tapada bajo los cartones y que nadie había visto ¬¬), pero no hubo más por hacer: ya uno de los asaltantes la había requisado corriendo hasta su refugio en lo alto de un cobertizo. No sé porqué el asunto me recordó a una película del oeste y un ataque de apaches ¿La foto? Pues mi cámara es mucho más lenta que ellos, así que nomás los pesqué en la retirada:


Aventó el cartón desde arriba del capacete


Huyendo con el botín


Los cómplices que ya no alcanzaron nada ¬¬ pero como quiera se treparon a brincotear...XDDD

A decir verdad fue un susto emocionante; que valió la pena a pesar de los rayones en la superficie del cofre y el capacete. Ahora entiendo porqué ponen en clara advertencia que el sitio: "no se responsabiliza de accidentes que ocurran por imprudencia de los visitantes" jejeje ¡Mea culpa! Por cierto: esto que tomé fue el segundo "asalto" porque los primeros bandidos ya se habían huído con la mayor parte del botín y nos miraban desde el techo de ese almacen, con actitud triunfante... ¬¬...¡hijos de la changada! XD

Continuamos rodando, mirando por aquí y por allá, unos flamingos y demás ejemplares desconocidos (nota: ni siquiera miré la guía así que no me enteré de cuales eran ¬¬ que no les pase, por favor); rinocerontes, más avestruces, llamas (o algo que se les parecía mucho), más changos, y demás:



Y en una vuelta, casi me tuvieron qué amarrar para no abrir la puerta y salir corriendo a abrazar a los ratones más gigantes que había tenido la oportunidad de ver ^O^ wiiiiii!



¿No son lindos? O.o se llaman capibara y, efectivamente, mi ojo no me engañó: son roedores; los más grandes del planeta U.u lo único que no mola es que en sudamérica sean considerados comestibles y son un platillo que forma parte de la dieta de cuaresma... ¡Ay!¡No me canso de decir que son lindos! ¡Mejor que un hámster! n_n definitivamente...Pero no los puedo tener como mascotas U_u...

El caso es que encontramos también una familia de dromedarios, muy chulos:



A una acechante grulla gris O.o????



Y a este amigo que nos miró medio feo, creo que tenía sueño.



Y eso que apenas estábamos empezando...



La Warri ^_~
 

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