Hoy nace
"Orando a las tres" , un blog dedicado a la difusión de la Divina Misericordia en las formas propuestas por Santa María Faustina Kowalska. Un sueño largamente acariciado pero que no había tenido oportunidad de concretar; un espacio sencillo, sí; pero realizado con todo el corazón.
Debido a una situación inesperada que me mantiene en San Luis Potosí, y lejos de mis archivos y documentación, por el momento, no lo he configurado aún como deseo; sin embargo, prefiero que inicie hoy, Primer Domingo de Adviento, como un signo de esperanza.
He aquí un poco de historia, sobre mi encuentro personal con la Divina Misericordia:
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Corría el año de 1995 y un día contemplé una imagen.
Al arribar a la capital del estado, proveniente de mi lugar de origen, mientras cursaba el primer semestre de la Licenciatura en Economía, me detuve a comprar unas oraciones plastificadas.
Debo reconocer que me agradaba comprar cosas religiosas, tales como crucifijos, rosarios, imágenes y oraciones y, al encontrarme lejos de casa, comencé a asistir a misa; más por considerarla una especie de "seguro" contra los problemas y los peligros propios de estar sola que por verdadera fe o porque supiera siquiera lo que era la Eucaristía.
De cualquier forma, lo cierto es que me detuve a observar las oraciones e imágenes, tamaño credencial, que se exhibían en la vitrina y ahí, perdida entre otras, descubrí esta imágen:
En aquel entonces no supe porqué, pero me llamó enormemente la atención; sin embargo, por aquellos días estaba tratando de salvaguardar lo poco que me quedaba de fe católica y, al ser una imagen fuera de la iconografía tradicional de la Iglesia, pensé que, sin duda, se trataba de alguna de esas de diseño protestante que había conseguido colarse en el material religioso , como ocurre con la literatura también y como sigue ocurriendo con las imágenes (nótese mi mentalidad en aquella época, culpa de Amatulli Valente, durante la cual jamás hubiera pensado siquiera que me volvería fan de Max Lucado). Así que, aunque me gustó mucho, no la compré y en cambio compré algunas oraciones y dos estampas de la virgen: una de la advocación del Carmen y otra de la Milagrosa.
Pasaron los días y también varios viajes de ida y vuelta y siempre, sin faltar, me detuve en ese local comercial a comprar más y más estampas; pero lo cierto era que lo hacía únicamente por tener la oportunidad de contemplar un poquito esta en particular. En esos días mi timidez era impresionante; así que era imposible para mí permanecer frente a la vitrina sólo mirando sin comprar nada; así que para hacer tiempo, pedía que me mostraran una y otra cosa en tanto yo miraba esta imagen...
¿Suena tonto, verdad? Pero en ocasiones así sucede la vida XD...
El tiempo pasó, y el curso concluyó y con él mi ilusión de concretar algún día la licenciatura en Economía; porque un problema serio en la familia me orilló a regresar a casa. No obstante, por determinadas circunstancias tuve que viajar nuevamente a la capital, esta vez acompañada de mis papás y, cuando ya nos disponíamos a regresar a casa "casualmente" a mi papá le llamó la atención un artículo (no recuerdo cuál) que se exhibía en ese mismo local y, de nuevo, me encontré hechizada por la bendita imagen.
Mi papá dijo "¿Quieres algo?" y yo contesté que sí y otra vez repetí el asunto de comprar imágenes plastificadas tamaño credencial. La dependienta empacó mi selección, y, cuando mi papá estaba a punto de liquidar todas las compras, le comenté: "¿sabes? esa imágen siempre me ha gustado". Él ni siquiera me miró, simplemente dijo: "pues si te gusta ¿porqué no te la llevas?". Que algo tan simple haya tomado tanto tiempo es motivo de reflexión ¿verdad?. Pero lo cierto es que las palabras de mi papá me animaron y pedí la imagen y al leer lo que estaba escrito al reverso, no me pareció una oración; sino algo mucho más poderoso y fuerte, que enganchó mi voluntad y mi corazón a tal punto; que siempre he considerado este como uno de los momentos más decisivos de mi vida.
"Yo prometo al alma que venerare esta Imagen de la Misericordia que no perecerá. Yo le prometo ya aquí en la tierra la victoria sobre sus enemigos, especialmente en la hora de la muerte. Yo el Señor, la protegeré como Mi propia Gloria". Estos rayos de Mi Corazón, que significan Sangre y Agua, protegen a las almas de la Ira de Mi Padre... Feliz el que viva, bajo su sombra, pues la mano de la justicia de Dios no le alcanzará. A las almas que propaguen Mi Misericordia yo las protegeré por toda su vida como una Madre a su niño, y en la hora de la muerte, para ellos no seré juez, sino Redentor. En esta última hora el alma no tiene otra protección que Mi Misericordia. Feliz aquella alma, que durante su vida estuvo hundida en Mi Misericordia, pues la justicia, no la alcanzará. La humanidad no encontrará Paz hasta que venga con confianza a Mi Misericordia. Dí a la humanidad sufriente, que venga a Mi Misericordioso Corazón y les daré la Paz."Algo pasó en mi corazón, puedo asegurarlo y también puedo asegurar que en ese momento, pasé la imágen a mi bolsillo y no la dejé con las otras. Para empezar había comprendido que era Católica: porque decía "venerar" y para terminar, me parecía que esas palabras eran como una especie de acertijo del cual yo debía descubrir la clave.
Seguimos caminando hasta la central en sí, hasta donde se encontraban las taquillas en las que había que comprar los boletos y allí había más locales comerciales de diversa índole; y en aquel entonces, existía un local de artículos religiosos. Y ahí nuevamente La Providencia hizo de las suyas; porque tan pronto entré, descubrí esta imagen al fondo del local:
En aquel tiempo cualquier imagen de cuatro veces este tamaño (sin la diamantina) costaba entre 10 y 15 pesos y ésta costaba 45; así que pensé que no podría tenerla; sin embargo, otra vez mi papá volvió a preguntar "¿Quieres algo?" y yo le dije que me gustaba esa imagen y señalé y él me dijo "Si la quieres nos la llevamos". Yo no dudé y dije que sí y entonces él le pidió al dependiente que la bajara, mi papá me preguntó si no quería otra cosa, así que yo continué curioseando y descubrí un librito que tenía impresa en la portada la misma imagen y decía: "La Divina Misericordia. Mensaje y devoción". Era un folletito impreso en papel algo corriente y que costaba 15 pesos (bastante caro); pero lo abrí y comprendí que, si quería saber qué onda con la imagen, tenía que leerlo; así que también lo agregué al pedido junto con otro cuyo título eran "Las veinte divinas promesas" (ese sí costaba 7). En el momento en que yo estaba colocando los folletos en el mostrador, el dependiente se dispuso a bajar la imagen y, no se cómo (Dios si sabe), uno de sus movimientos me hizo mirar hacia la pared izquierda del local y entonces ví esta otra imagen:
¡Era tan hermosa! Y de nuevo se repetía la historia de la otra: jamás la había visto en la iconografía católica y parecía tan fantasiosa y tan viva que realmente no tenía comparación entre las que conocía. Era una cruz verdaderamente hermosa, no puedo dejar de repetirlo. Y al verla, mi alma se entristeció: también costaba 45 pesos (era exactamente del mismo estilo que la otra) y bueno, yo pensé que sería impensable llevarme las dos, porque ya sería una cuentota (digamos que todo eso superaba el costo del boleto de autobús hasta mi pueblo); así que inmediatamente pedí al dependiente que también me la mostrara y pensé que debía decidir si comprar ésta o aquélla otra de Jesús.
Y así estuve como por veinte minutos...XD
¿La Cruz o Jesús? ¿La Cruz o Jesús? Y yo sufría mucho porque tenía que escoger; hasta que otra vez mi papá dijo: "Si las quieres las dos, pues llévatelas".
Y yo no me hice del rogar; y acabé con las dos en un paquete. Al llegar a casa les destiné un lugar especial en mi habitación (yo jamás había puesto ningún altar; así que me limité a colgarlas en mi cabecera) y el domingo siguiente las llevé a bendecir al templo (no acostumbraba ir a misa todos los domingos, pero ese sí fui). Lo que más recuerdo es la mirada del sacerdote cuando vió las imágenes: ¡Creo que le gustaron tanto como a mí! porque permaneció mucho rato mirándolas antes de bendecirlas y se retiró con una amplia sonrisa en su rostro.
Corría el año de 1996 y yo ni siquiera imaginaba lo que seguiría...
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PD: La Divina Misericordia está estrechamente ligada al Papa Juan Pablo II, el Pontífice que vino a México por primera vez justo el año en que nací: 1979; es una devoción eucarística hasta la médula, con énfasis en las obras espirituales y corporales de misericordia. La Cruz del Apostolado fue una visión que tuvo una señora que vívió en San Luis Potosí, llamada Concepción Cabrera de Armida (ahora declarada Sierva de Dios), en la Iglesia que toda la gente llama "de la Compañía"; bajo su inspiración se crearon las hoy llamadas Obras de la Cruz, entre las cuales destaca la congregación de los Misioneros del Espíritu Santo. ¿Porqué lo menciono? Porque los Misioneros del Espíritu Santo han sido directores espirituales nacionales de la Adoración Nocturna Mexicana...
¡Dios no juega a los dados!