2010-02-17

Las Llaves del Reino

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Título: Las Llaves del Reino.
Título original: The keys of the Kingdom
Autor: A.J. Cronin
Editorial Diana, S.A. México 1958.

* * *

-Esperaba que viniera.
-¿Cómo podía dejar de venir? -el señor Chia habló con tono triste, bastante preocupado-. Mi querido Padre, no necesito decirle cuán profundamente siento su marcha. Nuestra larga amistad ha significado mucho para mí.
-Yo también lo echaré mucho de menos. Su amabilidad y su generosidad que han colmado de gratitud.
-Es menos que nada -replicó el señor Chia-. en comparación con el servicio inestimable que me hizo usted a mi. Y, además, ¿no disfrutaré siempre de la paz y la belleza del jardín de su misión? Sin usted, el jardín experimentará una gran tristeza -el tono de su voz se animó de pronto con un vacilante destello-. Pero, luego, tal vez cuando se restablezca... ¿No volverá a Pai Tai?
-Nunca -Francisco hizo una pausa, y pareció querer sonreír-. Debemos pensar en nuestro encuentro en la celestial morada del más allá.
Se produjo una pausa expectante. El señor Chia la rompió como a la fuerza.
-Ya que poco tiempo podemos estar juntos, no estaría de más que habláramos un rato acerca del más allá.
El señor Chía vaciló, presa de una irresolución casi inimaginable en él.
-Yo nunca he meditado debidamente en la morada que nos espera después de esta vida. Pero, si tal morada existe, me sería muy agradable gozar de su amistad allí.
A pesar de su larga experiencia, el Padre Chisholm no penetró la importancia de la observación. Se sonrió, pero no contestó nada. Y el señor Chia se vio obligado, con gran embarazo, a hablar directamente.
-Amigo mío, repetidas veces me ha dicho: Hay muchas religiones, y cada una tiene su puerta para ir al cielo -un leve rubor se transparentó debajo de su piel morena-. Ahora pareciera como si experimentara yo el deseo extraordinario de entrar por su puerta.
Un silencio absoluto. La figura encorvada del Padre Chisholm se quedó inmóvil, rígida.
Página 337.
* * *

Este es uno de mis libros favoritos de todas las épocas. La historia de un hombre: el padre Francisco Chisholm, un esocés cuya vida oscila bajo los tejemanejes de La Prividencia que se empeña en consolidarle una extraordinaria y particular vocación, como extraordinarias y particulares son las vocaciones de todos los hombres.

Huérfano a temprana edad, sufriendo los estragos de la pobreza y el maltrato de los que es rescatado por una tía lejana, Chisholm ve nacer en él los destellos de la vocación al sacerdocio y emprende el incierto camino hacia una vida azarosa, difícil, pero no por ello menos satisfactoria. El libro relata, con una magia muy especial, las peripecias de un hombre de genuina fe que, pese a las presiones, se niega a actuar en base a convencionalismos. La historia de un hombre incomprendido incluso por sus más cercanos, la historia de un hombre de convicciones más allá de la razón (como son las convicciones de fe).

En toda la historia, entre una y otra vivencia. Desde el seminario hasta la misión en China en la que pasó muchos años de su vida, aparece un marcado contraste entre el deber ser que marcan los convencionalismos y el deber ser producto de la conciencia.

Lo que a mí, en particular, me llamó profundamente la atención es el profundo contraste que aparece también evidenciado entre Anselmo (que a mi gusto simboliza no sólo las "jerarquías" de caras largas y escasa fe, más preocupadas de cuestiones mundanas que de espiritualidad, sino también al resto de la feligresía de cualquier denominación que se pierde en ritualismos y aspavientos y que tiende a juzgar todo lo que se sale de lo convencional, sin dar oportunidad a algo que no sea lo ya establecido) y Chisholm (que simboliza las buenas intenciones que, muy frecuentemente, aparecen envueltas en paquetes poco convencionales e incluso repulsivos o censurables).

Realmente consiguió asombrarme la clara diferenciación que el autor hace entre la verdadera y la falsa "santidad". Aquélla no pocas veces pasada por alto, y la última casi siempre confundida y apreciada e incluso buscada. Anselmo: obispo, hombre de carrera eclesiástica que se queja por los números insuficientes de conversos y que espera ser honrado. Chisholm: apenas poco más que un ermitaño que come frugalmente, hace penitencia y detesta aprovecharse de los pobres y se rehúsa a convertirlos a cambio de un pedazo de pan o varios granos de arroz, que se rehúsa a condicionar su relación con un amigo de la infancia a la fe en Cristo...

En fin, la historia es grandiosa, desde mi humilde punto de vista. Y lo que jamás olvidaré, es la escena donde el mejor amigo de Chisholm (un doctor que siempre se ha distinguido por su humanismo) muere en brazos de éste, mirándolo y diciéndole, aún en ese último momento, que no consigue creer en lo que él cree. La respuesta de Chisholm, dicha con la convicción que sólo los santos poseen, es algo que conservaré siempre en mi corazón:

No te preocupes por Dios... Él cree en tí


* * *

PD: No es por nada, pero he relatado esta historia (resumida, por supuesto) a un par de personas que sé que jamás la leérán, a cada quién por separado y, cuando relato esta última parte, a las dos se les han llenado los ojos de lágrimas. Creo que, llegar a ser un autor capaz de dar un mensaje como este es algo increíble y en cuanto al personaje: llegar a ser un amigo así, poder ser capaz de mostrar tal comprensión sobre la misericordia de Dios, hace que valga la pena todo lo demás, hace que valga la pena una vida como la de Chisholm.



* * *

PD2: Algo curioso que me sucedió con esta obra fue que, cuando solía ser fanática de adquirir revistas de "Ganchillo" (esas que traen esquemas de puntadas para elaborar crochet), un buen día contemplé una ilustración de una colcha; obviamente esta se encontraba colocada sobre una cama antigua y, sobre ella, estaba un libro abierto. Como era una fotografía de página completa, pude leer el contenido del libro (sí, incluso aunque estaba "al revés"), la escena me intrigó y me gustó, pero me dí por vencida al intentar adivinar si se trataba de una novela de suspenso o de otro género; aunque nunca la olvidé. Años después, leí esta novela... y me dí cuenta de que aquélla escena era, en realidad, un fragmento de ella =P.


La Warri ^_~

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