Desde hace ya varias semanas, he leído por acá y por allá un asunto por demás preocupante: sobre el New York Times y alguno que otro medio serio y megaprestigioso; y el enfoque evidentemente amarillista con el que está siendo tratado el asunto de los escándalos de pederastía en la Iglesia Católica; un encono centralizado contra la figura Papal. Diversos sitios se han hecho eco de esta situación que, quizás, los comúnes, poco avezados a leer entre líneas, no apreciamos de la misma forma que las personas que tienen en la comunicación su quehacer profesional.
No voy a hacer acá un análisis, ni un recuento; que no es ese el fin de este post. Es sólo que el tema me viene a colación porque en la edición Julio-Agosto del 2010 de la revista Inquietud Nueva, editada por los Misioneros Servidores de la Palabra; encontré publicada una carta enviada por un sacerdote que es misionero en Angola al citado diario Neoyorquino el cual, hay que decirlo, posee un considerable prestigio en cuanto a la objetividad y calidad de la información que presenta al público.
El artículo, que reproduzco abajo íntegramente ya que me agradó sobremanera, está presentado con el siguiente párrafo inicial: "El padre Martín es salesiano uruguayo. Envió esta carta al New York Times pero no fue publicada."
Querido hermano y hermana periodista:
Soy un simple sacerdote católico. Me siento feliz y orgulloso de mi vocación Hace veinte años que vivo en Angola como misionero.
Me da un gran dolor por el profundo mal que personas que deberían ser señales del amor de Dios, sean un puñal en la vida de inocentes. No hay palabra que justifique tales actos. No hay duda de que la Iglesia no puede estar, sino del lado de los débiles, de los más indefensos. Por lo tanto, todas las medidas que sean tomadas para la protección, prevención de la dignidad de los niños será siempre una prioridad absoluta.
Veo en muchos medios de información, sobre todo en vuestro periódico la ampliación del tema en forma morbosa, investigando en detalles la vida de algún sacerdote pedófilo. Así aparece uno de una ciudad de USA, de la década de los 70, otro en Australia de los años 80 y así de frente, otros casos recientes... Ciertamente todo condenable! Se ven algunas presentaciones periodísticas ponderadas y equilibradas, otras amplificadas llenas de preconceptos y hasta odio.
¡Es curiosa la poca noticia y desinterés por miles y miles de sacerdotes que se consumen por millones de niños, por los adolescentes y los más desfavorecidos en los cuatro ángulos del mundo! Pienso que a vuestro medio de información no le interesa que yo haya tenido que transportar por caminos minados, en el año 2002, a muchos niños desnutridos desde Cangumbe a Lwena (Angola), pues ni el gobierno se disponía y las ONG's no estaban autorizadas; que haya tenido que enterrar decenas de pequeños fallecidos entre los desplazados de guerra y los que han retornado; que le hayamos salvado la vida a miles de personas en Moxico mediante el único puesto médico en 90,000 km2, así como con la distribución de alimentos y semillas; que hayamos dado la oportunidad de educación en estos 10 años y escuelas a más de 110,000 niños...
No es de interés que con otros sacerdotes hayamos tenido que socorrer la crisis humanitaria de cerca de 15,000 personas en los acuartelamientos de la guerrilla, después de su rendición, porque no llegaban los alimentos del gobierno y la ONU. No es noticia que un sacerdote de 75 años, el P. Roberto, por las noches recorra la ciudad de Luanda curando a los chicos de la calle, llevándolos a una casa de acogida, para que se desintoxiquen de la gasolina, que alfabeticen cientos de presos, que otros sacerdotes, como P. Stefano, tengan casas de pasaje para los chicos que son golpeados, maltratados y hasta violentados y buscan un refugio. Tampoco que Fray Malato con sus 80 años, pase casa por casa confortando los enfermos y desesperados. No es noticia que más de 60,000 de los 400,000 sacerdotes y religiosos hayan dejado su tierra y su familia para servir a sus hermanos en una leprosería, en hospitales, campos de refugiados, orfanatos para niños acusados de hechiceros o huérfanos de padres que fallecieron con Sida, en escuelas para los más pobres, en centros de formación profesional, en centros de atención a seropositivos... o sobre todo, en parroquias y misiones dando motivaciones a la gente para vivir y amar.
No es noticia que mi amigo, el P. Marcos Aurelio, por salvar a unos jóvenes durante la guerra en Angola, los haya transportado de Kalulo a Dondo y volviendo a su misión haya sido ametrallado en el camino; que el hermano Francisco, con cinco señoras catequistas, por ir a ayudar a las áreas rurales más recónditas hayan muerto por falta de socorro sanitario, por una simple malaria; que otros hayan saltado por los aires, a causa de una mina, visitando a su gente. En el cementerio de Kalulo están las tumbas de los primeros sacerdotes que llegaron a la región. Ninguno pasaba de los 40 años.
No es noticia acompañar la vida de un sacerdote "normal" en su día a día, en sus dificultades y alegrías consumiendo sin ruido su vida a favor de la comunidad que sirve.
La verdad es que no procuramos ser noticia, sino simplemente llevar la Buena Noticia, esa noticia que sin ruido comenzó en la noche de Pascua. Hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece.
No pretendo hacer una apología de la Iglesia y de los sacerdotes. El sacerdote no es ni un héroe ni un neurótico. Es un simple hombre, que con su humanidad busca seguir a Jesús y servir a sus hermanos. Hay miserias, pobrezas y fragilidades como en cada ser humano, y también belleza y bondad como en cada criatura.
Insistir en forma obsesionada y persecutoria en un tema, perdiendo la visión de conjunto, crea verdaderamente una caricatura ofensiva del sacerdocio católico, en la cual me siento ofendido.
Sólo le pido, amigo periodista, busque la Verdad, el Bien y la Belleza. Eso lo hará noble en su profesión.
En cristo,
P. Martín Lasarte (sdb) -Angola-domboscolwena@hotmail.com
Lo repito: la carta me agradó por su contenido que es un mensaje tan general que bien podría escribirlo no sólo cualquier sacerdote, sino también aquéllos fieles que amamos a nuestros sacerdotes y que agradecemos a Dios por su presencia y su entrega y que, también, conocemos un poquito de la ingrata realidad del día a día que les toca enfrentar, no solamente en esta época marcada por el escándalo, sino en cada tiempo, porque la figura sacerdotal jamás dejará de estar colocada bajo la lupa inclemente de la visión ajena a lo espiritual.
Por mi parte, yo me quedo con esta frase: No es noticia acompañar la vida de un sacerdote "normal" en su día a día, en sus dificultades y alegrías consumiendo sin ruido su vida a favor de la comunidad que sirve.
PD: Por si desean consultar algunos artículos respecto al caso NYT y otros medios, aquí dejo los links más a la mano:
Link 1, Link 2, Link 3
La Warri ^_~
No voy a hacer acá un análisis, ni un recuento; que no es ese el fin de este post. Es sólo que el tema me viene a colación porque en la edición Julio-Agosto del 2010 de la revista Inquietud Nueva, editada por los Misioneros Servidores de la Palabra; encontré publicada una carta enviada por un sacerdote que es misionero en Angola al citado diario Neoyorquino el cual, hay que decirlo, posee un considerable prestigio en cuanto a la objetividad y calidad de la información que presenta al público.
El artículo, que reproduzco abajo íntegramente ya que me agradó sobremanera, está presentado con el siguiente párrafo inicial: "El padre Martín es salesiano uruguayo. Envió esta carta al New York Times pero no fue publicada."
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Querido hermano y hermana periodista:
Soy un simple sacerdote católico. Me siento feliz y orgulloso de mi vocación Hace veinte años que vivo en Angola como misionero.
Me da un gran dolor por el profundo mal que personas que deberían ser señales del amor de Dios, sean un puñal en la vida de inocentes. No hay palabra que justifique tales actos. No hay duda de que la Iglesia no puede estar, sino del lado de los débiles, de los más indefensos. Por lo tanto, todas las medidas que sean tomadas para la protección, prevención de la dignidad de los niños será siempre una prioridad absoluta.
Veo en muchos medios de información, sobre todo en vuestro periódico la ampliación del tema en forma morbosa, investigando en detalles la vida de algún sacerdote pedófilo. Así aparece uno de una ciudad de USA, de la década de los 70, otro en Australia de los años 80 y así de frente, otros casos recientes... Ciertamente todo condenable! Se ven algunas presentaciones periodísticas ponderadas y equilibradas, otras amplificadas llenas de preconceptos y hasta odio.
¡Es curiosa la poca noticia y desinterés por miles y miles de sacerdotes que se consumen por millones de niños, por los adolescentes y los más desfavorecidos en los cuatro ángulos del mundo! Pienso que a vuestro medio de información no le interesa que yo haya tenido que transportar por caminos minados, en el año 2002, a muchos niños desnutridos desde Cangumbe a Lwena (Angola), pues ni el gobierno se disponía y las ONG's no estaban autorizadas; que haya tenido que enterrar decenas de pequeños fallecidos entre los desplazados de guerra y los que han retornado; que le hayamos salvado la vida a miles de personas en Moxico mediante el único puesto médico en 90,000 km2, así como con la distribución de alimentos y semillas; que hayamos dado la oportunidad de educación en estos 10 años y escuelas a más de 110,000 niños...
No es de interés que con otros sacerdotes hayamos tenido que socorrer la crisis humanitaria de cerca de 15,000 personas en los acuartelamientos de la guerrilla, después de su rendición, porque no llegaban los alimentos del gobierno y la ONU. No es noticia que un sacerdote de 75 años, el P. Roberto, por las noches recorra la ciudad de Luanda curando a los chicos de la calle, llevándolos a una casa de acogida, para que se desintoxiquen de la gasolina, que alfabeticen cientos de presos, que otros sacerdotes, como P. Stefano, tengan casas de pasaje para los chicos que son golpeados, maltratados y hasta violentados y buscan un refugio. Tampoco que Fray Malato con sus 80 años, pase casa por casa confortando los enfermos y desesperados. No es noticia que más de 60,000 de los 400,000 sacerdotes y religiosos hayan dejado su tierra y su familia para servir a sus hermanos en una leprosería, en hospitales, campos de refugiados, orfanatos para niños acusados de hechiceros o huérfanos de padres que fallecieron con Sida, en escuelas para los más pobres, en centros de formación profesional, en centros de atención a seropositivos... o sobre todo, en parroquias y misiones dando motivaciones a la gente para vivir y amar.
No es noticia que mi amigo, el P. Marcos Aurelio, por salvar a unos jóvenes durante la guerra en Angola, los haya transportado de Kalulo a Dondo y volviendo a su misión haya sido ametrallado en el camino; que el hermano Francisco, con cinco señoras catequistas, por ir a ayudar a las áreas rurales más recónditas hayan muerto por falta de socorro sanitario, por una simple malaria; que otros hayan saltado por los aires, a causa de una mina, visitando a su gente. En el cementerio de Kalulo están las tumbas de los primeros sacerdotes que llegaron a la región. Ninguno pasaba de los 40 años.
No es noticia acompañar la vida de un sacerdote "normal" en su día a día, en sus dificultades y alegrías consumiendo sin ruido su vida a favor de la comunidad que sirve.
La verdad es que no procuramos ser noticia, sino simplemente llevar la Buena Noticia, esa noticia que sin ruido comenzó en la noche de Pascua. Hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece.
No pretendo hacer una apología de la Iglesia y de los sacerdotes. El sacerdote no es ni un héroe ni un neurótico. Es un simple hombre, que con su humanidad busca seguir a Jesús y servir a sus hermanos. Hay miserias, pobrezas y fragilidades como en cada ser humano, y también belleza y bondad como en cada criatura.
Insistir en forma obsesionada y persecutoria en un tema, perdiendo la visión de conjunto, crea verdaderamente una caricatura ofensiva del sacerdocio católico, en la cual me siento ofendido.
Sólo le pido, amigo periodista, busque la Verdad, el Bien y la Belleza. Eso lo hará noble en su profesión.
En cristo,
P. Martín Lasarte (sdb) -Angola-domboscolwena@hotmail.com
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Lo repito: la carta me agradó por su contenido que es un mensaje tan general que bien podría escribirlo no sólo cualquier sacerdote, sino también aquéllos fieles que amamos a nuestros sacerdotes y que agradecemos a Dios por su presencia y su entrega y que, también, conocemos un poquito de la ingrata realidad del día a día que les toca enfrentar, no solamente en esta época marcada por el escándalo, sino en cada tiempo, porque la figura sacerdotal jamás dejará de estar colocada bajo la lupa inclemente de la visión ajena a lo espiritual.
Por mi parte, yo me quedo con esta frase: No es noticia acompañar la vida de un sacerdote "normal" en su día a día, en sus dificultades y alegrías consumiendo sin ruido su vida a favor de la comunidad que sirve.
PD: Por si desean consultar algunos artículos respecto al caso NYT y otros medios, aquí dejo los links más a la mano:
Link 1, Link 2, Link 3
La Warri ^_~