Que si hay remake, que si se transmitirá por TVAzteca (¡¡¡Ojalá!!!). No esperaba toparme con esta noticia mientras utilizaba san google para buscar imágenes de esta telenovela. Las noticias son del año pasado; pero no encontré nada nuevo y, como casi no veo ya televisión, no sé si al final el proyecto cuajó o no.
Muchos dirán misa entera (con homilía interminable y toda la cosa); pero lo cierto es que esta telenovela es, con mucho, mi favorita entre la extensa lista que mis ojos han mirado. No he encontrado nada parecido ni creo encontrarlo jamás.
Ambientada en la época Virreinal, en el Brasil y, al parecer, basada en un personaje real, pese a que el vestuario y ambientación no son muy de mi gusto (en eso creo que NADIE supera a Carla Estrada-sama), lo cierto es que todo pierde importancia frente a la historia y a la protagonista de la misma.
Maite Proença da vida a una joven de familia acomodada del poblado de Santo Domingo de Araxá, que sueña con encontrar la felicidad al lado del hombre que ama (Antonio); sin embargo, su destino se ve drásticamente cambiado cuando llama la atención del oidor del Virrey, quien la rapta, asesinando a su abuelo (el único familiar que le queda) en el proceso. Después de un tiempo, cuando el oidor es requerido a regresar a Portugal, la deja en libertad y ella regresa a su hogar, confiando en refugiarse en la comprensión y el cariño que todos decían tenerle; sin embargo, su desilusión es mayúscula al comprender que eso no sucederá porque es una mujer de baja reputación (vamos que en el pueblo, hasta las prostitutas son mejor vistas que ella). Después de varias humillaciones demasiado dolorosas Bella toma una decisión: "Ellos quieren que sea 'Doña Bella', pues bien: seré Doña Bella"
Con dinero de sobra y un carácter fuera de serie, Bella emprende la aventura de demostrarle a todo el mundo lo que implica ser una prostituta de categoría, granjeándose la simpatía de la población masculina de los alrededores y la aversión de las damas "decentes y de buena clase". Con el tiempo, gracias a su influencia económica, la opinión de los lugareños da un giro drástico y Bella comienza a ser respetada, pese a su oficio, para disgusto de sus detractores que, al final de la historia, son francamente pocos
La historia en sí es audaz (y si pensamos que se transmitió en 1985 creo que nos da un desmayo): con una protagonista singular que es antítesis de lo que usualmente vemos (ni siquiera "Rubí" -interpretada por Bárbara Mori-, pienso yo, puede presumir de ello); con escenas francamente atrevidas (¿Quién no recuerda a Bella, ingresando a lomos de caballo, totalmente desnuda, en medio de la noche a Araxá?) y con giros inesperados (como el adulterio de Antonio, quien decide tomar a Bella como su querida a la luz pública o la relación de franca unión libre -impensable en aquellas épocas- que sostiene Bella con Juan, quien la ama de verdad), con una fuerte crítica a los valores preestablecidos (como el papel de las mujeres que, en aquella época y en esta, tenían oportunidades reducidas de educación y superación personal)
La historia, pese a todo, no pierde su escencia sencilla y su "sabor pueblerino" y fue suficiente para mantener al público fielmente pegado al televisor noche tras noche (cuando la vi, comenzaba a las 10:30). Porque la cotidianeidad que aborda (desde la esposa del gobernador atrapada en un idilio prohibido, las familias tradicionales y respetadas, los 'nuevos ricos', los poderosos y las viejas chismosas) es atemporal por completo. Recuerdo que un sacerdote de confianza (en paz descanse) llegó a decir que no se la perdía, porque lo divertía identificar a los personajes con sus feligreses. Y es que, la historia pese a su dramatismo está teñida por completo de una ironía refrescante (¿Quién no recuerda a doña Augusta, pendiente de todo cuanto hacía Bella, primero para criticarla y después para imitarla? o el franco enfrentamiento entre el cura del pueblo -ávido de "convertir" a Bella y alejarla del mal camino- y el alcalde -el fanático más acérrimo de 'Doña Bella'- que transcurre en un plan totalmente amistoso y desprovisto de malas intenciones pero que se las ingenia para reflejar el eterno antagonismo entre el dogmático y el libre pensador ¿o acaso entre el monoteísmo y el paganismo?).
Casi al final, el dramatismo (que nunca dejó de estar presente desde el primer capítulo) se acentúa al máximo, preparando el desenlace que, para muchos fue bastante rosa; pero que deja un mensaje de superación y afirmación personal, porque, después de desmpeñarse exitosamente en su 'profesión' y granjearse el respeto de todos, Bella por fin accede a cambiar de vida y retirarse, encontrando el apoyo necesario en los que la rodean, que ha pasado de despreciarla a quererla con sinceridad.
Jamás voy a olvidar el inicio del interrogatorio en el juicio que Bella enfrenta, acusada de ser la autora intelectual del asesinato de Antonio:
-"Nombre"- exige el juez
-"Ana Jacinta de San José, alias Doña Bella"-responde ella.-"Ocupación"-vuelve a exigir el prelado.
Y la respuesta de Bella, dicha con una dignidad sorprendente, que llena de exclamaciones la sala: "¡Mujer..!"
Muchos dirán misa entera (con homilía interminable y toda la cosa); pero lo cierto es que esta telenovela es, con mucho, mi favorita entre la extensa lista que mis ojos han mirado. No he encontrado nada parecido ni creo encontrarlo jamás.
Ambientada en la época Virreinal, en el Brasil y, al parecer, basada en un personaje real, pese a que el vestuario y ambientación no son muy de mi gusto (en eso creo que NADIE supera a Carla Estrada-sama), lo cierto es que todo pierde importancia frente a la historia y a la protagonista de la misma.
Maite Proença da vida a una joven de familia acomodada del poblado de Santo Domingo de Araxá, que sueña con encontrar la felicidad al lado del hombre que ama (Antonio); sin embargo, su destino se ve drásticamente cambiado cuando llama la atención del oidor del Virrey, quien la rapta, asesinando a su abuelo (el único familiar que le queda) en el proceso. Después de un tiempo, cuando el oidor es requerido a regresar a Portugal, la deja en libertad y ella regresa a su hogar, confiando en refugiarse en la comprensión y el cariño que todos decían tenerle; sin embargo, su desilusión es mayúscula al comprender que eso no sucederá porque es una mujer de baja reputación (vamos que en el pueblo, hasta las prostitutas son mejor vistas que ella). Después de varias humillaciones demasiado dolorosas Bella toma una decisión: "Ellos quieren que sea 'Doña Bella', pues bien: seré Doña Bella"
Con dinero de sobra y un carácter fuera de serie, Bella emprende la aventura de demostrarle a todo el mundo lo que implica ser una prostituta de categoría, granjeándose la simpatía de la población masculina de los alrededores y la aversión de las damas "decentes y de buena clase". Con el tiempo, gracias a su influencia económica, la opinión de los lugareños da un giro drástico y Bella comienza a ser respetada, pese a su oficio, para disgusto de sus detractores que, al final de la historia, son francamente pocos
La historia en sí es audaz (y si pensamos que se transmitió en 1985 creo que nos da un desmayo): con una protagonista singular que es antítesis de lo que usualmente vemos (ni siquiera "Rubí" -interpretada por Bárbara Mori-, pienso yo, puede presumir de ello); con escenas francamente atrevidas (¿Quién no recuerda a Bella, ingresando a lomos de caballo, totalmente desnuda, en medio de la noche a Araxá?) y con giros inesperados (como el adulterio de Antonio, quien decide tomar a Bella como su querida a la luz pública o la relación de franca unión libre -impensable en aquellas épocas- que sostiene Bella con Juan, quien la ama de verdad), con una fuerte crítica a los valores preestablecidos (como el papel de las mujeres que, en aquella época y en esta, tenían oportunidades reducidas de educación y superación personal)
La historia, pese a todo, no pierde su escencia sencilla y su "sabor pueblerino" y fue suficiente para mantener al público fielmente pegado al televisor noche tras noche (cuando la vi, comenzaba a las 10:30). Porque la cotidianeidad que aborda (desde la esposa del gobernador atrapada en un idilio prohibido, las familias tradicionales y respetadas, los 'nuevos ricos', los poderosos y las viejas chismosas) es atemporal por completo. Recuerdo que un sacerdote de confianza (en paz descanse) llegó a decir que no se la perdía, porque lo divertía identificar a los personajes con sus feligreses. Y es que, la historia pese a su dramatismo está teñida por completo de una ironía refrescante (¿Quién no recuerda a doña Augusta, pendiente de todo cuanto hacía Bella, primero para criticarla y después para imitarla? o el franco enfrentamiento entre el cura del pueblo -ávido de "convertir" a Bella y alejarla del mal camino- y el alcalde -el fanático más acérrimo de 'Doña Bella'- que transcurre en un plan totalmente amistoso y desprovisto de malas intenciones pero que se las ingenia para reflejar el eterno antagonismo entre el dogmático y el libre pensador ¿o acaso entre el monoteísmo y el paganismo?).
Casi al final, el dramatismo (que nunca dejó de estar presente desde el primer capítulo) se acentúa al máximo, preparando el desenlace que, para muchos fue bastante rosa; pero que deja un mensaje de superación y afirmación personal, porque, después de desmpeñarse exitosamente en su 'profesión' y granjearse el respeto de todos, Bella por fin accede a cambiar de vida y retirarse, encontrando el apoyo necesario en los que la rodean, que ha pasado de despreciarla a quererla con sinceridad.
Jamás voy a olvidar el inicio del interrogatorio en el juicio que Bella enfrenta, acusada de ser la autora intelectual del asesinato de Antonio:
-"Nombre"- exige el juez
-"Ana Jacinta de San José, alias Doña Bella"-responde ella.-"Ocupación"-vuelve a exigir el prelado.
Y la respuesta de Bella, dicha con una dignidad sorprendente, que llena de exclamaciones la sala: "¡Mujer..!"
